Después de un largo día en la oficina, se coló en la sala de descanso para una liberación rápida. Acariciando su eje duro, llegó a un orgasmo impresionante, cubriendo la habitación con su carga caliente.
En los pasillos sagrados de la corporación americana se despliega un cuento tentador.Nuestro protagonista, pillado a la garganta de una sesión en solitario caliente, se encuentra en el baño de la oficina.La tensión se monta mientras sacude su frijol, su mano acelerando el ritmo en un baile solo entiende.El puesto del baño se convierte en su parque de juegos personal, la porcelana blanca y el cromo reflejan su creciente excitación.Al llegar al borde, no puede evitar soltar un gemido gutural.Llega el momento, y con un golpe final, libera un torrente de semen, revistiendo el asiento del inodoro en un testimonio de su excitación.La vista de su propia liberación reflejada en la superficie de los puestos que brillan es un espectáculo para contemplar.Esto es un e de autoindulgencia en los lugares más inesperados, un testimonio de los impulsos primarios que no se pueden negar, incluso en los confines del lugar de trabajo.
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