En un encuentro caliente, ofrecí mi puerta trasera a un compañero experimentado, experimentando un intenso placer y malestar. La intensa follada me dejó jadeando y bien abierto, deseando más de esta aventura estimulante y de empuje de límites.
En el santuario de nuestro boudoir, las ganas de placer carnal tienen prioridad sobre todo lo demás.Siempre he sido fanática de la acción anal, y mi pareja es muy consciente de ello.Al recostarnos en la cama, entregué mi posterior a sus ferviente avances, invitándolo a explorar mis profundidades.Su anticipación era palpable cuando comenzó a provocarme, sus dedos bailando a lo largo de mi sensible piel, avivando las llamas del deseo.Entonces procedió a amarrar mis manos, añadiendo una capa extra de excitación a la mezcla.La sensación de estar restringido solo aceleró el placer al sumergirse en mí, sus rítmicas embestidas resonando en la habitación.La intensidad se fue incrementando al complacerse con su pasatiempo favorito de amordazarme, su mano cubriéndome la boca mientras continuaba viéndome.La vista de mi dilatación, violada por detrás en el espejo solo alimentó su lujuria aún más, lo que llevó a un clímax explosivo que nos dejó a ambos sin aliento y satisfechos.
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